Decidme cómo es un árbol.
Al mundo le confiesas, Marcos Ana,
que olvidaste de un árbol sus colores
y el árbol eras tú, con tus clamores
despertando a la luna, luz hermana.
Un árbol cuya sombra capitana,
forjada entre esperanzas y dolores,
logró con sus raíces los amores
del que iban a matar cada mañana.
La raíz es a veces tan fecunda
que no se puede ver por lo profunda.
Sin embargo en tu libro es clara y llana.
Plenitud de emoción y de ternura,
de talento y feliz literatura.
¡Qué orgullo es ser tu amigo, Marcos Ana!
Salvador Arias
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lunes, 16 de marzo de 2009
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